Y AHORA... ¿QUIÉN EDUCA?

Una ley esperada y no exenta de controversia si bien, en lo que respecta al alumnado con necesidades educativas especiales asociadas a discapacidad, integradora y coherente con los principios de calidad y equidad que se señalaron como rectores del nuevo texto legal.

Confiamos en que la realidad del día a día de este alumnado no contradiga ni la letra ni el espíritu que han inspirado esta norma.

Además de unos principios integradores e inclusivos, para acceder y permanecer con éxito dentro del sistema educativo, el alumnado con necesidades educativas especiales precisa también de una eficiente organización de recursos, comunes y especializados, y de una eficaz acción pedagógica que les aporte las competencias esenciales para adquirir técnicas instrumentales básicas, habilidades sociales, conocimientos…

Grandes leyes, modernas instalaciones, nuevas tecnologías… pero no nos olvidemos de un elemento esencial sin el que todo lo demás pierde su valor: el profesorado. Gran parte del porvenir de un niño está en manos de sus maestros y educadores.

Ni para educar, ni para instruir, vale todo. Ni vale cualquiera. Hace falta motivación, aptitud, conocimientos, praxis… Y es la Universidad quien acredita la capacitación, los conocimientos y las habilidades necesarias para ejercer la docencia.

Tenemos ya un pie puesto en el espacio europeo universitario. Dignificar y potenciar la formación del profesorado es el gran reto y la mayor exigencia que deberán afrontar en este proceso de convergencia las administraciones educativas y las autoridades académicas.

Y habrán de hacerlo con la vigilancia y la responsabilidad debidas, pues la educación de un niño, también de los niños sordos, es tan sensible y tiene tanta trascendencia para la persona como esa cirugía de corazón que no dejaríamos en manos no cualificadas.